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Después de días afinando textos, imágenes y código, llega el momento: tu newsletter está lista. Pulsas enviar… y en cuestión de segundos empiezan a llegar las aperturas y los clics. Buenas noticias, pensarías. Pero las apariencias engañan. Esos clics puede que no provengan de lectores reales, sino de bots.
El porcentaje de aperturas y clics de bots en email marketing lleva años aumentando. Nos enfrentamos a un reto creciente: ¿cómo detectar el comportamiento de los bots y extraer el comportamiento humano real de tus estadísticas de email?
Los clics de bots son clics automáticos en enlaces dentro de un email, realizados por software en lugar de por un destinatario humano. Estos bots suelen formar parte de sistemas de seguridad o filtros antispam que analizan los correos entrantes en busca de amenazas.
Cuando tu email llega al servidor de correo del destinatario, estos sistemas pueden “hacer clic” en todos los enlaces para comprobar si contienen phishing o malware. Esto sucede casi de inmediato tras la entrega, a veces incluso antes de que el destinatario haya abierto el email.
Estos análisis preventivos son habituales en entornos empresariales (empresas, administraciones públicas y educación), donde las medidas de seguridad son más estrictas.
Además de los clics de bots, existen las aperturas de bots o aperturas proxy: emails marcados como “abiertos” no por el destinatario, sino por un sistema o servicio de privacidad.
La Protección de Privacidad de Mail de Apple (MPP) es un ejemplo conocido, introducido en 2021. Esta función precarga automáticamente las imágenes (y, por tanto, los píxeles de seguimiento de apertura). ¿El resultado? Ves una “apertura” en tus estadísticas incluso si el usuario nunca leyó el mensaje.
Estas medidas existen para proteger la privacidad y la seguridad de los usuarios, no para molestar a los marketers. Piensa en ellas como en los controles de seguridad de un aeropuerto: cada maleta (o enlace) se revisa antes de permitir el acceso a los pasajeros (o destinatarios). Tranquilizador para los usuarios, frustrante para quienes quieren medir el engagement con precisión.

Que existan aperturas y clics automáticos es una cosa. El problema surge cuando analizamos los KPIs tradicionales del email marketing. Datos recientes del GDMA Email Benchmark 2025 muestran que los destinatarios siguen abriendo emails con ganas (una tasa media de apertura única del 32,5% en 2024, similar a años anteriores), pero hacen menos clics. A nivel mundial, el Click-to-Open Rate cayó al 7,6% y el Click-Through Rate al 2,9% en 2024.
Los marketers buscan explicaciones: ¿el contenido es menos atractivo o hay problemas de medición? Probablemente ambas cosas. La actividad de bots puede inflar artificialmente los resultados o enturbiarlos, haciendo imposible evaluar la efectividad real del email marketing. Un resumen de sus efectos:
Las tasas de apertura y clic ya no reflejan interés real. Una tasa de clic que incluye “clics falsos” ofrece una imagen engañosa del engagement. Con la MPP de Apple, las aperturas aumentaron sin que más personas leyeran el contenido. En resumen, estas métricas tradicionales son cada vez menos útiles como KPIs reales.
Tomar decisiones basadas en datos poco fiables es peligroso. Imagina que pruebas dos asuntos y la versión A gana en aperturas. ¿Y si los proxies distorsionan los datos? O concluyes que un CTA funciona mejor, cuando la mitad de los clics proceden de bots. El resultado: decisiones equivocadas.
Muchos marketers usan reglas de comportamiento (“si el contacto X hace clic en el enlace Y, entonces…”). Los clics de bots alteran estos flujos: contactos avanzan por embudos o entran en segmentos incorrectos porque un bot activó un enlace.
Un ejemplo reciente en LinkedIn mostraba cómo incluso una conocida cadena hotelera sufría este problema. Los emails de solicitud de reseña, enviados tras una estancia, incluían un botón para dejar una opinión positiva sin validación. El resultado: muchos “huéspedes” se volvían entusiastas de hoteles donde quizá no habían dormido bien.
Normalmente identificas contactos inactivos por la ausencia de aperturas o clics durante un periodo determinado. Pero si incluso quienes no abren su buzón desde hace dos años muestran algún clic de bot, resulta complicado saber quién está realmente inactivo. Mantener la base de datos limpia requiere ahora más análisis.
Queda claro: los clics de bots y otras interacciones no humanas dificultan los informes. Durante años, los clics han sido una moneda clave en email marketing, pero ahora, especialmente en B2B, están cada vez más contaminados.

Las aperturas y clics de bots no son algo nuevo, pero su impacto va en aumento. Estos bots existen desde hace años, pero eran menos visibles mientras se trataba de clics puntuales. En 2025, sin embargo, su frecuencia es mucho mayor.
En primer lugar, prácticamente todos los grandes proveedores de correo (desde la protección de enlaces de Gmail hasta los Safe Links de Outlook) han añadido capas extra de seguridad en los últimos años, lo que implica más escaneos automáticos.
En segundo lugar, el volumen de email sigue creciendo. En 2023 se enviaron unos 347.000 millones de emails diarios en todo el mundo. A mayor volumen, mayor necesidad de filtrado automático.
Además, el sector es ahora más consciente del problema. En el GDMA International Email Benchmark 2025 se intentó cuantificar la proporción de aperturas y clics de bots. La buena noticia: algunos ESP pueden distinguirlos. La mala: no todos, por lo que el marketer debe seguir siendo crítico.
Por último, los destinatarios empresariales son responsables de gran parte de la actividad de bots. En dominios Microsoft/Outlook, por ejemplo, se observa un aumento de clics automáticos e incluso bajas no deseadas.
Marketers B2B informan de grupos completos de direcciones de una misma empresa que hacen clic en el mismo enlace justo tras el envío. Pero los envíos B2C tampoco están exentos: proveedores como Gmail y Yahoo también realizan controles de seguridad intensivos.
Los bots se comportan de forma distinta a los humanos (obviamente). Algunas señales claras:
¿Ves clics en segundos o milisegundos tras el envío? Eso casi seguro no es humano. Una persona necesita tiempo para abrir y leer antes de clicar. Muchos ESP registran el tiempo entre apertura y clic, lo que permite filtrar casos extremos.
Si un destinatario hace clic en todos los enlaces del email, incluidos los del footer como la política de privacidad, es muy probable que sea un bot. Nadie hace eso en un email real. Y si dices que sí, quizá seas un bot…
Si ves 20 direcciones de @empresa.com que “clican” en los mismos enlaces a la misma hora exacta, es señal de un filtro automático. Agrupar datos por dominio y tiempo, incluso en Excel, ayuda a detectarlo.
Comparar estadísticas de email con analítica web (UTMs y Google Analytics) es muy útil. Si ves 100 clics en el email pero solo 60 sesiones en la web, parte de esos clics probablemente no fueron humanos.
Algunos bots se delatan por user agents extraños o ausentes, aunque cada vez imitan mejor a los navegadores reales. Como marketer, tu visibilidad aquí depende de lo que muestre tu plataforma.
No es posible evitar por completo que los bots analicen tus emails. Y tampoco sería recomendable ir contra la seguridad de los destinatarios. Lo que sí puedes hacer es adaptar tu enfoque para minimizar el impacto. Algunas buenas prácticas:
Comprueba si tu plataforma dispone de filtros de bots o detección de clics automáticos. Algunos ESP avanzados excluyen automáticamente clics sospechosos basándose en IPs, user agents o timing.
El one-click unsubscribe es esencial, pero si un bot visita ese enlace, el contacto se da de baja sin confirmación. Evítalo con una baja confirmada mediante un segundo paso o formulario (POST en lugar de GET).
(Nota: los botones de baja integrados en algunos clientes de correo deben funcionar siempre. Asegura solo tu propio enlace.)
Analiza clics demasiado rápidos o volúmenes inusuales por contacto. Muchos ESP muestran el orden de clics, lo que permite detectar casos extremos. Ajusta tus ratios para obtener una imagen más realista.
Un clic rara vez es el objetivo final. Lo importante es cuántas personas realizan acciones que aportan valor: compras, formularios, respuestas. Centra el tracking en conversiones reales.
Con landing pages y tracking web puedes distinguir mejor el comportamiento humano. Así, los clics de bots dejan de importar en tus análisis.
Cuanto más relevante y valioso sea tu contenido, menor será el impacto de los bots. Los destinatarios comprometidos marcan tu dominio como seguro, reduciendo escaneos intensivos.
No intentes engañar a los bots con trucos técnicos. Mantén la calma, envía de forma consistente y céntrate en tu audiencia real.
El auge de los clics de bots obliga a analizar las estadísticas con más criterio. Ya no podemos confiar ciegamente en aperturas y clics como KPIs principales. Es una oportunidad para volver a lo esencial: la interacción humana real.
Envía contenido valioso, mide acciones reales y utiliza las métricas actuales solo como señales generales. Así, los bots dejan de ser un obstáculo y se convierten en un filtro que separa a quienes persiguen números de quienes construyen relaciones auténticas.
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